Los medicamentos biológicos son medicamentos únicos que funcionan muy bien contra enfermedades que antes creíamos que no tenían cura. Se derivan de organismos vivos, como plantas y animales, y tienen la capacidad de invadir determinados tipos de células de nuestro cuerpo para combatir enfermedades, como el cáncer, la diabetes y la artritis reumatoide. Pero producir estos medicamentos no es una tarea fácil; tienen un alto riesgo de descomposición y son susceptibles a la inestabilidad si se manipulan de forma inadecuada. Por eso también los científicos se esfuerzan por desarrollar medicamentos biológicos potentes y seguros que puedan ayudar a los pacientes.
En realidad, parece muy difícil conseguir productos biológicos seguros y eficaces. Hay que probar una variedad de productos diferentes y ver qué funciona en conjunto. Hay muchos más factores que entran en juego, como lo bien que se mezclan los ingredientes (solubilidad), a qué temperatura se deben mantener y la estabilidad del producto final a lo largo del tiempo. Los productos biológicos son un arte y una ciencia, y estos factores deben equilibrarse adecuadamente para que funcionen eficazmente en el paciente por un lado y, por el otro, para que no le hagan daño.
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